Una cita, 65 puñaladas y un "profundo deseo de destrucción": arranca el juicio del asesino de Grindr, que se enfrenta a 25 años de cárcel

El asesino del Grindr, durante su detención en 2021.
El asesino del Grindr, durante su detención en 2021.
Policía de Argentina
El asesino del Grindr, durante su detención en 2021.

Julián Ovejero, conocido como el asesino del Grindr, fue detenido hace ahora dos años, en septiembre de 2021. Llevaba 1288 días fugado de la Justicia tras haber acabado con la vida de un ligue después de una noche de sexo y fue hallado en Argentina, su país de origen. Este lunes, comienza el juicio contra él en la Audiencia Provincial de Madrid, en el que se enfrenta a 25 años de cárcel por haber matado a Najuzaith Zahell Díaz tras asestarle 65 puñaladas. Estas son todas las claves del caso: 

"Católico, apostólico y romano"

Ovejero tan solo tenía 25 años cuando llamó a su madre por teléfono el 25 de abril de 2018, un día después de acabar con la vida de Díaz: "Mamá, me quiero volver". Este joven de Tucumán, una ciudad del noreste de Argentina, había acudido a Madrid a estudiar interpretación y, según su propia declaración el pasado mes de marzo ante el juez, llevaba una vida de excesos y fiestas. "Vivía en Chueca, salía de fiesta todos los días. No recuerdo muchos nombres porque éramos personas que nos juntábamos para beber o compraba drogas. Consumíamos de todo. Después no me acordaba de lo que pasaba", dijo ante el magistrado, al que transmitió su arrepentimiento, apuntando a las drogas como causa de su conducta: "Soy católico, apostólico y romano". El día del crimen, antes de ir a la casa de la víctima, pasó la tarde consumiendo alcohol, pastillas y marihuana con unos amigos. 

En opinión de Vicente Garrido, catedrático acreditado de Criminología en la Universidad de Valencia y autor de True Crime: la fascinación del mal, "es muy habitual que los asesinos intenten disminuir su responsabilidad de varias formas. Una de las más populares, cuando el individuo acusado puede justificar que el alcohol o las drogas estaban presentes en el escenario de los hechos, es asegurar que su conducta fue motivada precisamente por ese consumo, lo que les ayuda a separar, en su relato, su yo o identidad real de aquel que cometió el crimen". 

El experto dice, además, que "en la mayoría de las ocasiones esta justificación se complementa con el bloqueo mental que se deriva de la intoxicación, que tiene como consecuencia que afirme que no recuerda las cosas ("me quedé en blanco") o las recuerden de modo fragmentario". Así pues, Garrido apunta a que "en la idea que tienen los asesinos no profesionales sobre cómo debe aparecer un crimen que teóricamente se les impuso por circunstancias anómalas, desconocen que es muy poco frecuente que el consumo de drogas llegue a los extremos del asesinato, porque esto sucede solo muy de vez en cuando". 

Lo mismo sucede con la declaración sobre su sentir religioso. "Su comentario acerca de que él es un ferviente católico incide precisamente en el argumento ya señalado, consistente en separar quién es él en realidad del que cometió un crimen tan atroz. Está claro que busca que creamos que él es menos responsable de lo sucedido", desgrana Garrido. 

La víctima: un informático amante de la pintura

Najuzaith Zahell Díaz, de 35 años, era un experto informático que llevaba unos cuatro años en España tras dejar su país, Puerto Rico. Después de llegar a Madrid se había cambiado el nombre y se llamaba Juan Manuel Díaz Santos. Era culto, se definía como artista y se dedicaba a la programación, el modelado y la animación en 3D. Vivía en la calle de Alejandro Sánchez, en el barrio de Carabanchel. Tenía su trabajo y una vida asentada que incluía esas citas a través de aplicaciones.

"En nuestra sociedad hay personas que tendrían difícil establecer relaciones íntimas debido a sus carencias: pueden ser muy tímidos, tener ideas bizarras acerca de lo que les excita o ser poco hábiles en las relaciones humanas", comenta el criminólogo. "Estas apps ofrecen un escenario que antes no existía porque permite que estos individuos tengan acceso a un sector de gente que antes le estaba vedado o que le resultaba particularmente costoso", afirma.

Sexo sado y juegos con cuchillos

Según la declaración del acusado del pasado marzo, Díaz y él quedaron aquella noche por una aplicación que se llama Wapo, aunque anteriormente habían tenido otros encuentros pactados a través de Grindr, algo que la acusación negó. "Estábamos en la cama y me hizo un cortecito con un cuchillo porque nos iban este tipo de juegos sados, atarnos, el cuero... A mí se me fue la mano y le hice una pequeña brecha en el cuello. Él se enojó muchísimo y se fue a la salida del apartamento (...) Fue un torbellino, yo estaba ido, estaba loco realmente. No recuerdo más porque estaba ido", explicó. 

Fue entonces cuando comenzó una especie de pelea que acabó con la víctima cosida a puñaladas con un cuchillo de grandes dimensiones: un total de 65, la mayoría en el torso y en el cuello, en esta última zona se dio la cuchillada mortal. Tras el apuñalamiento, Díaz cayó de espaldas. En sus declaraciones, Ovejero relató que se asustó, entró en pánico, se lavó, se vistió, cogió el móvil de la víctima y se fue sin saber si lo había dejado vivo o muerto. "No supe reaccionar. No sabía qué hacer. Lo veía todo nublado", agregó.

Según Garrido, "en contra de las pruebas forenses, señala que hubo una pelea, lo que da pie a pensar que en el transcurso de una lucha entre dos personas intoxicadas podría no ser tan extraño que hubiera un homicidio". "Las pruebas forenses desmontan esta versión, tanto por la naturaleza extraordinariamente salvaje de la agresión como por la ausencia de señales defensivas en la víctima", asevera.

Intentó desfigurarle tras 65 puñaladas

Según la la versión de la Fiscalía, "Ovejero atacó a Díaz junto a la puerta de entrada de la vivienda sin que éste pudiera defenderse, de forma súbita y sorpresiva, clavándole de forma repetida y consecutiva un arma de doble filo con hoja de aproximadamente 1,5 cm de anchura y al menos 12 cm de longitud seis veces en el abdomen, una en el hombro izquierdo, tres en el brazo izquierdo, una en la mano izquierda y una en el antebrazo derecho, cuatro en el cuello". Las de la zona del cuello fueron las que le alcanzaron la laringe y la tráquea y le provocaron la muerte. 

Pero no paró. Le asestó ocho puñaladas más en el pecho que penetraron los pulmones y ventrículos de la víctima y le dio otras cinco puñaladas en la espalda. Después, arrastró el cuerpo malherido al salón y continuó. "Continuó agrediéndole con el arma con el fin de causarle el mayor sufrimiento posible, clavándosela en otras nueve ocasiones en el cuello y veinticinco veces más en el abdomen, para, finalmente, con la intención de desfigurarle la cara, efectuarle un corte lineal, recto y descendente de forma oblicua cruzando nariz, hemilabio superior izquierdo y mitad izquierda del mentón", detalla la Fiscalía. 

"A priori hay un elemento de gran sadismo, salvo que se compruebe que la mayor parte de las heridas fueron post mortem. El sadismo implica que la persona está viva para sufrir el dolor derivado del ataque homicida de su agresor. Ahora bien, si el asesino no sabe que su víctima ha fallecido y sigue atacándola para que aumente su sufrimiento, entonces podemos hablar de un móvil sádico aunque aquella no puede sentir ese ulterior sufrimiento", explica Garrido, que además dice que "lo que no cabe duda es que hubo una profunda ira que se canalizó en un deseo de destrucción del cuerpo de Díaz y que tuvo su continuidad en un acto de humillación extremo como fue el desfigurar su rostro: esto último revela un odio profundo, ya que en este último caso se intenta también matar a la personalidad, reflejada en el rostro, y no solo acabar con su vida destruyendo su cuerpo".

Tres años huido de la Justicia

El asesino de Grindr estuvo tres años huido de la Justicia. Al día siguiente de cometer el crimen voló primero a Lima y luego a su Tucumán natal. Allí pasó 1.288 días escondido hasta que la Policía lo localizó y consiguió su extradición. Según Garrido, aunque el acusado asegura estar arrepentido, "el hecho de que intentara escapar no cabe considerarlo como anómalo. Es un deseo muy natural querer evitar el pasar media vida en la cárcel". Además, el criminólogo agrega que "una persona que realmente hubiera tenido un ataque de locura y como consecuencia de este hubiera matado a otra bien podría haber hecho lo mismo, porque puedes tener el temor cierto de que vas a ir a la cárcel de todos modos". 

En la investigación de la Policía se hallaron restos de ADN de Ovejero en la vivienda de la víctima que se pudo cotejar con prendas de ropa que se dejó en su piso de alquiler en Chueca. También había grabaciones de cámaras de seguridad donde se le veía abandonar la vivienda de Carabanchel aquella noche. En sus aplicaciones de citas encontraron cientos de mensajes. 

Finalmente fue detenido por la Policía, en colaboración con la Interpol, en un barrio periférico de Tucumán, donde había comenzado una relación y pasaba totalmente desapercibido. Se le extraditó en enero de 2022 a España, pese a que había pedido ser juzgado en Argentina.

La posible condena

Así, tanto el Ministerio Público como la acusación particular piden 25 años de prisión para el acusado, además de 29.000 euros de indemnización para la hermana de Díaz. "Las probabilidades de que tenga una pena inferior a los 25 años que solicita el fiscal son muy pocas. La idea de que un juego sexual sadomasoquista se fuera de las manos por culpa de ciertos malos entendidos y por el abuso de las drogas no tiene nada que ver con el estado en que quedó la víctima y con el tipo de agresión que le quitó la vida", señala Garrido. "El que huyera raudo y le robara el móvil, aunque son conductas de precaución comprensibles dadas las circunstancias, tampoco le va a ayudar a los ojos del jurado. En su lugar me pondría a examinar qué oportunidades de formación le ofrece la prisión, porque va a tener mucho tiempo para formarse a cargo del Estado", remata. 

Miriam Cos
Redactora '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y Técnico Superior en Desarrollo de Aplicaciones Informáticas. He desarrollado mi vida laboral a caballo entre la última hora digital y el periodismo local para distintos medios de prensa escrita. Entré a formar parte de la mesa digital de 20 Minutos en junio de 2023, desde donde elaboro reportajes y artículos de actualidad. Me gusta escribir sobre temas humanos y sucesos.

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